A todos nos gusta pensar que actuaremos de la forma correcta si se presenta un incidente, la realidad es que si no estamos preparados, nuestra mente puede jugar en contra, ¿sabes cómo reaccionarÍas en un desastre?.

Nuestro cerebro funciona a base de experiencias previas, es así como se va configurando. Dentro del plan de acción ante emergencias la respuesta humana es clave. La mayoría de las personas no se ha enfrentado cara a cara a una situación de peligro inminente o aunque hubiera tenido algún evento, jamás será la misma experiencia. Esto ocasiona que se tomen decisiones erróneas aumentando el peligro. El miedo a morir y el pánico suelen cobrar más vidas que la propia catástrofe.

Los hechos nos han comprobado cómo hemos tomado malas decisiones en desastres:

  • En el terremoto de Japón en el 2011 algunas personas estaban más preocupadas por salvar las botellas de alcohol de los anaqueles de los supermercados que por salvar sus vidas.
  • En el 2016 un avión aterrizó de emergencia en Dubai, los pasajeros se detuvieron a recoger su equipaje de mano aunque el avión estaba en llamas.
  • En septiembre del 2015 un avión de British Airways se incendió en el Aeropuerto de las Vegas, en medio del ajetreo para evacuar, algunos pasajeros se detuvieron a recoger sus pertenencias.
  • Un hombre fue volteado en su kayak por una fuerte ola, transcurridos 20 minutos tras el incidente recordó que tenía sus celular, la primer llamada que hizo fue a su hermana en Cambridge a más de 5,000 km de su ubicación y después a su padre en Dubai.
En el vuelo de British Airways BA422 el avión se llenó de humo; los pasajeros pese a la evacuación de emergencia tomaban sus pertenencias.

De forma general, la reacción ante una catástrofe de distribuye aproximadamente de la siguiente manera:

  • Del 10 – 25% de las personas permanecen unidas y en calma (estudiando un plan de acción y posibilidades).
  • El 75% manifiesta una conducta desordenada y desconcertada.
  • Entre el 10 y 25% están en un estado de confusión, ansiedad, paralización, gritos, histeria y pánico.
  • En los desafortunados ataques del 11 de septiembre a las Torres Gemelas, las personas que se encontraban en los pisos superiores esperaron un promedio de 5 minutos antes de evacuar las torres.

¿Recuerdas el dicho “nunca digas nunca”? una cosa es lo que pensamos y otra como verdaderamente actuamos en una situación de peligro. No lo sabremos hasta que nos enfrentemos a una. Lo mejor que podemos hacer es prepararnos para no depender de respuestas automáticas de nuestra mente, que pueden llegar a ser absurdas.

Imagen captada el 11 de septiembre durante el ataque a las Torres Gemelas.
Mientras unos corren hacia un lugar seguro para estar a salvo, otros continúan de espectadores.

¿Cómo me preparo para una situación de desastre?

Diseña planes de emergencia para varios escenarios y practica con toda tu familia, enseña a tu cerebro cómo actuar, provee una experiencia previa mediante ejercicios. También ayudas a disminuir la reacción tardía al tener un plan elaborado. Los psicólogos aseguran que cuando las personas se encuentran presionadas, toman decisiones autodestructivas.

¿Sabías que de acuerdo con información de Jonh Leach, psicólogo de la Universidad de Porstmouth de Inglaterra; los talleres de supervivencia no se centran en entrenar a las personas en lo que deben de hacer, sino en evitar lo que harían normalmente?. En su opinión hasta un 90% de las personas reacciona de forma incorrecta ante una crisis.

5 conductas que solemos manifestar al estar en un desastre:

1.- Paralizarnos

Probablemente te asombre saber que el quedarse paralizado es una reacción involuntaria de nuestro cuerpo y responde a una situación cerebral llamada: inmovilidad tónica. Está reacción se hace presente en todos los seres vivos; los animales la usan para quedarse inmóviles o parecer muertos ante un depredador.

Si queremos sobrevivir tenemos que aprender a controlar esta reacción.  

2.- No pensar claramente

Esto no quiere decir que no tengamos la capacidad de hacerlo, solo que bajo situación de peligro la velocidad para analizar va de mal en peor. Ante una circunstancia así, el cuerpo produce dopamina, adrenalina y cortisol, resultando confuso para nuestro cerebro, apagando la corteza prefrontal que es la responsable de funciones fundamentales como la memoria.

3.- Visión de túnel

Cuando estamos bajo demasiado estrés resultado de una amenaza podemos tener visión de túnel que provoca que nuestra atención sea selectiva sólo a estímulos asociados a lo que se percibe como amenaza, reduciendo la capacidad de percibir el resto de los factores. Puede ocasionar que tratemos de salir de la situación insistiendo de la misma forma aunque estemos equivocados.  

4.- Comportamiento rutinario

Probablemente tengamos que salir de inmediato de nuestra casa y aún así regresemos a cerciorarnos si apagamos el aire acondicionado o las luces, desperdiciando el tiempo para salir del peligro; como los ejemplos mencionados al inicio de este artículo.

5.- Negación

Más del 50% de las personas niega la situación de peligro que vive. Esto se puede deber a dos razones, sobrestimar el riesgo real o no querer asimilarlo. Mucha gente deja sus hogares cuando es demasiado tarde y en parte responde a aceptar que una vez evacuada su casa saben que es muy probable que quede destruida. Somos malos calculando riesgos y tratamos de evitar pensamientos estresantes invadiéndonos de confianza en nosotros mismos esperando que todo pase.

Granizada ocurrida en Guadalajara en junio 2019.

Nuestra insistencia en que tengas planes de emergencia y que inviertas en sistemas de protección se deben a todo lo que hemos hablado el día de hoy.  

Solo conociendo lo que tienes que hacer con antelación es posible sobrevivir a un desastre. No hay espacio para improvisar, debemos de reemplazar las reacciones automáticas por un plan definido y practicado para que al momento de vivirlo nuestro cerebro se convierta en un aliado.

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